viernes, 9 de agosto de 2013

EL MIEDO, LA EMOCIÓN IGNORANTE

     El miedo es una emoción caracterizada por un intensas sensaciones habitualmente desagradable, provocado por una percepción de riesgo o peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado.


     Es una emoción considerada como primaria que se deriva de la aversión o rechazo natural al riesgo o la amenaza, al evento desconocido y que se manifiesta tanto en los animales como en el ser humano. La máxima expresión del miedo es el terror y el pánico, y en situación de arraigo emocional, limita el carácter de los seres humanos.

 ENFOCANDO EL MIEDO


     Fundamentalmente, como parte de las necesidades emocionales; el miedo es una reacción producto de la percepción que los sentidos registran (ver, escuchar y sentir), con la variable de que no existe un referente lógico que nos permita su traducción y por ende actuar de tal o cual manera, genera un medio racional confuso que impide en la mayoría de los casos reaccionar, presentando tensión corporal, hipersensibilidad a los estímulos, estados de alerta alterados y confusión en ideas.

     En el modelo psicosocial, el miedo representa un falso anhelo, no identificado ni definido que impacta en la forma de ser y estar mientras este se manifiesta, impide el contacto y estimula la fantasía mental que exacerba su manifestación.

    En el modelo biologista, el miedo es un esquema de adaptación, y constituye un mecanismo de supervivencia, de defensa; surge para permitir al individuo responder ante situaciones adversas con rapidez y eficacia. En ese sentido, es normal y beneficioso para el individuo y para su especie.

     Desde el punto de vista neurológico, es una forma común de organización del cerebro primario de los seres vivos, y esencialmente consiste en la activación de la amígdala, situada en el lóbulo temporal. En el caso del cerebro primitivo como se conoce al sistema digestivo, el miedo lo estimula con problemas digestivos o de control.

     Desde el punto de vista psicológico, es un estado afectivo, emocional, necesario para la correcta adaptación del organismo al medio, que provoca angustia en la persona. Más sin control es un medio para inhibir la confianza tan necesaria para la relación e interacción.

     Desde el punto de vista social y cultural, el miedo puede formar parte del carácter de la persona o de la organización social y en el tiempo se establece como parte del proceso cultural y estimula en su sana expresión los estados de alerta.
     Se puede por tanto aprender a temer objetos o contextos, y también se puede aprender a no temerlos, se relaciona de manera compleja con otras sensaciones (miedo al miedo, miedo al amor, miedo a la muerte, miedo al ridículo) y guarda estrecha relación con los distintos elementos de la cultura.

Para algunos, el miedo en el ser humano, no guarda ninguna relación fisiológica (como reacción de alerta), sino será un producto de la consciencia en la consecuencia no generada o no validada, que expande nuestro nivel de conocimiento como elemento desconfirmador.

Fisiología, psicología y bioquímica del miedo


     El mecanismo que desata el miedo se encuentra concretamente en el sistema límbico, que es el encargado de regular las emociones, la lucha, la huida y la evitación del dolor, y en general de todas las funciones de conservación del individuo y de la especie, es el regulador y permite establecer las formas de interactuar con el medio.

     Este sistema revisa de manera constante (incluso durante el sueño) toda la información que se decodifica a través de los sentidos, y lo hace mediante la estructura llamada amígdala cerebral, que controla las emociones básicas, como el miedo y el afecto, y se encarga de localizar la fuente del peligro y aprende a vivir los niveles de riesgo.

     Cuando la amígdala se activa se desencadena la sensación de miedo y ansiedad, y su respuesta puede ser la huida, el enfrentamiento o la paralización; estas manifestaciones quedan limitadas a la DECISIÓN que la persona toma como modo de reaccionar.

     Se ha encontrado que la sensación generadora de miedo está mediada por la actuación de la hormona antidiurética (o "vasopresina") en la amígdala cerebral y que la del afecto lo está a la de la hormona oxitocina, también en la amígdala.


     El miedo produce cambios fisiológicos inmediatos: se incrementa el metabolismo celular, aumenta la presión arterial, la glucosa en sangre y la actividad cerebral, así como la coagulación sanguínea.

     El sistema inmunitario se detiene (al igual que toda función no esencial), la sangre fluye a los músculos mayores (especialmente a las extremidades inferiores, en preparación para la huida) y el corazón bombea sangre a gran velocidad para llevar hormonas a las células (especialmente adrenalina).

     También se producen importantes modificaciones faciales: agrandamiento de los ojos para mejorar la visión, dilatación de las pupilas para facilitar la admisión de luz, la frente se arruga y los labios se estiran horizontalmente.

     Durante un ataque de pánico la atención consciente queda fijada en el peligro, y si los síntomas fisiológicos como el ritmo cardiaco o la presión sanguínea son interpretados por el sujeto como una confirmación de la realidad de la amenaza se produce una retroalimentación del miedo, que impide una ponderación del auténtico riesgo.

MTRO. ANTONIO ARENAS CEBALLOS
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